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Doctorados en comunicación:
Nuevas respuestas a viejos problemas

Por Rommel Piña; Socio FOCCO

Junio 2025

Estudiar doctorados en Chile es una decisión que se ha ido democratizando cada día más. No solo aumentan las matrículas, sino también los egresos exitosos. En el último año, mientras la titulación de magíster cayó 6,8%, la de doctorado aumentó 12%, siendo el área de las Ciencias Sociales una de las de mayor crecimiento, con un 17,2% de graduados. De hecho, el año 2024 se batió el récord de doctores graduados en el lapso de un año, en la historia de nuestro país, según el Informe de Titulación de Educación Superior del Ministerio de Educación. ¿Una golondrina o una primavera?

La inscripción a doctorados lleva un alza de 24,1% en los últimos cinco años y  un aumento de 51,5% en sus graduaciones, según la Subsecretaría de Educación Superior, por lo que no es casual que haya una demanda incipiente por descubrir nuevas vetas que vayan más allá de las herramientas profesionales y la solución de casos aprendidos que nos entregan los programas de formación continua.

¿Por qué? La palabra innovación aparece en cada rincón. Uno de los desafíos de la educación en el siglo XXI es el cambio de actitud, decía la académica y doctora en Periodismo y Ciencias de la Comunicación, Mar de Fontcuberta, por lo que enfrentar una carrera con la mirada tradicional de la enseñanza no da espacio a comprender que la gestión del conocimiento es una demanda que involucra, intensamente, un cambio en los comunicadores.

 

Tener la capacidad de obtener la información necesaria, seleccionarla, jerarquizarla, articularla y utilizarla en un determinado campo, satisface las nuevas pretensiones de la sociedad, pero también requiere de comunicadores preparados para entregar otros resultados a los desafíos que ese conocimiento genera y que necesita de otras formas (y fondos) de crear respuestas. De ahí que los doctorados ofrezcan una oportunidad para entregar un capital humano avanzado capaz de hacer las preguntas correctas para encontrar soluciones distintas.

En Chile, según la encuesta Trayectoria de Profesionales con Doctorado (2022), el 93% de los egresados de doctorados se encuentra trabajando, especialmente en universidades (82%), empresas (79%) y administración pública (69%). La apertura hacia los espacios de I+E+i han sido vitales para crear esas plazas y entender que ya no se puede comunicar de la misma forma que antes ni entrenarse con las herramientas existentes para escenarios que, cada día, nos generan nuevos desafíos. De hecho, ni más ni menos, la inteligencia artificial (IA) ha empujado que la asesoría de doctores en campos comunicacionales empresariales abra caminos hacia dinámicas poco exploradas, que necesitan de claridades urgentes para determinar los perfiles profesionales que los mismos periodistas deberemos llenar en algunos años más, y herramientas distintas para explorar caminos que no se conocen. A veces creemos que por tener las palas sabemos cómo trabajar la tierra, pero eso no significa que conozcamos dónde tenemos que cavar.

 

Por eso, gracias a ellos y ellas, hoy nos preguntamos qué tipo de comunicador seremos en cinco años más; por qué confiamos en la automatización de procesos comunicacionales (a pesar de que miramos con desconfianza a los algoritmos); qué tipo de uso le dan las agencias de comunicación a la IA en la elaboración de contenidos; qué sesgos comunicacionales tiene ChatGPT y DeepSeek; o qué valor tiene la comunicación digital en la expresión de cultura organizacional.  Todos, por cierto, temas que ya están en estudios doctorales.

Sus resultados -en algunos casos, aún en desarrollo- han implicado respuestas nuevas a viejos problemas, que han transformado la manera en que, hoy, hacemos las cosas.
 

Un conocido editor de medios de comunicación me decía, hace algunos meses, que “antes, los periodistas teníamos una situación privilegiada en términos de consumo de tiempo, porque el mundo era distinto, había muchas menos cosas por ver y hacer. Pero hoy el problema es el tiempo. Ya no hay tiempo”. Por eso, estudiar un doctorado -que implica invertir tres o más años de estudios- es una inversión consciente, profunda, pero que puede llevarnos a resolver temas que no nos van a esperar.

 

Una inversión que genera innovación, si se quiere. O mejor dicho, una innovación que puede transformar la comunicación. En un mundo, claro, donde se nos acaba el tiempo.

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