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Coherencia en la Era de las Marcas: una piedra angular

Por Steffanie Gómez; Socia FOCCO

Abril 2025

En el vertiginoso escenario empresarial actual, donde la información fluye a raudales y la atención del consumidor es un bien escaso, la coherencia se erige, sin lugar a dudas, como el valor supremo. Ya no basta con un buen producto o un servicio eficiente; la audiencia demanda una narrativa unificada, una promesa que se cumpla en cada interacción, un eco constante de la identidad de la marca.

 

Los datos respaldan esta necesidad. Un estudio reciente reveló que el 60% de las empresas informaron que la consistencia en su branding contribuyó a un aumento de entre el 10% y 20% de los ingresos (WiserNotify, 2025). Asimismo, las empresas con marcas alineadas interna y externamente experimentan un crecimiento de ingresos hasta un 19% más rápido y un aumento de beneficios del 15% en comparación con las empresas no alineadas (Madison Taylor Marketing, 2023). Estas cifras no son anécdotas; son un testimonio del impacto tangible de la coherencia en el éxito empresarial.

 

¿Cómo logramos, entonces, que nuestra marca no solo sea reconocida, sino que inspire esa confianza casi impulsiva que precede a la lealtad? La respuesta reside en la convergencia dinámica entre branding y comunicaciones. Estas dos áreas, lejos de operar en silos, deben danzar en una simbiosis constante, alimentándose mutuamente en un
ciclo de innovación. Los equipos deben trabajar de forma coordinada, compartiendo objetivos y entendiendo la importancia de su rol en la construcción de una marca auténtica y conectada.

 

La clave está en el Lenguaje Unificado. El branding, como esencia identitaria de la marca, establece el qué: sus valores, su propósito, su razón de ser. Las comunicaciones, por otro lado, son el cómo: la voz que proyecta esa esencia al mundo. Cuando ambas se alinean, cuando el diseño visual y el tono editorial hablan el mismo idioma, la marca evoluciona con una narrativa poderosa y creíble.

 

Pensemos en la saturación informativa que nos asedia diariamente. En este mar de mensajes, la autenticidad se convierte en un faro guía. Las historias genuinas, aquellas que revelan la humanidad detrás de la marca, son las que realmente calan hondo. Las comunicaciones tienen el poder de dar vida a esa identidad, de tejer relatos que no solo
informan, sino que también inspiran y educan. Y el branding, con su lenguaje visual distintivo, proporciona el marco perfecto para estas narrativas.

 

Porque la credibilidad, en este mundo cada vez más escéptico, se construye con acciones consistentes. La alineación entre lo que la marca dice y lo que realmente hace, respaldada por una mentalidad de adaptación constante, proyecta una integridad que escasea y, por ende, se valora enormemente.

 

Es fundamental destacar que esta coherencia no es un ejercicio estático. Requiere diálogo constante y transparencia con el público. Las marcas deben innovar en sus canales de comunicación, estar dispuestas a admitir errores y, lo más importante, aprender de ellos. Esta apertura fortalece la confianza, un activo invaluable en el largo
plazo.

 

Finalmente, en un entorno empresarial en incesante cambio, la medición y la adaptación son ineludibles. Debemos analizar el impacto de nuestras estrategias, escuchar atentamente la retroalimentación de nuestra audiencia y utilizar estos datos para impulsar una mejora continua. La innovación en los procesos de escucha es tan importante como
la innovación en los mensajes.

 

En definitiva, en la compleja trama del mercado actual, la coherencia no es solo un valor deseable, sino una necesidad imperante. Es el hilo conductor que une la identidad, la promesa y la experiencia de la marca, construyendo una base sólida de confianza y lealtad en la mente del consumidor. Las marcas que abrazan esta verdad y la integran en su ADN están destinadas a no solo resonar, sino a dejar una huella imborrable en el panorama empresarial.

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