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Sostenibilidad e Inteligencia Artificial: ¿aliados o enemigos?

Por Alejandro Silva; Socio FOCCO

Mayo 2025

La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en casi todos los aspectos de nuestra vida, prometiendo eficiencia, innovación y soluciones a problemas complejos en cosa de segundos. Sin embargo, en la batalla por el desarrollo de la sostenibilidad, hay una pregunta que suena cada vez con más fuerza: ¿La IA es un aliado
poderoso o un enemigo silencioso? La respuesta, como suele ocurrir con las tecnologías disruptivas, es compleja y exige un análisis profundo de sus impactos, tanto positivos como negativos.

 

Por un lado, la IA ofrece herramientas poderosas para gestionar datos ambientales en comunidades específicas, monitorear en tiempo real el desempeño ESG de una empresa y optimizar recursos con una eficiencia impensada hace solo una década. Plataformas inteligentes permiten rastrear la trazabilidad de insumos en la cadena de proveedores, automatizar reportes de sostenibilidad bajo estándares como GRI, SASB o TCFD, entre otros.

 

En este contexto, la IA se presenta como una gran aliada para el desarrollo de la sostenibilidad, ya que, además, puede democratizar el acceso a la información, reducir tiempos y costos operativos, y generar alertas tempranas ante riesgos ambientales, sociales o de gobernanza. Pero también plantea preguntas éticas, regulatorias y ambientales que aún no tienen respuestas claras.

 

El gran impacto del uso de IA
Uno de los puntos más críticos es el alto consumo energético asociado al modelo de IA. Según un artículo publicado por MIT News en enero de este año, se estima que solo en el proceso de entrenamiento se consumen aproximadamente 1287 megavatios hora de electricidad -suficiente para abastecer a unos 120 hogares estadounidenses promedio durante un año, generando aproximadamente 552 toneladas de dióxido de carbono. A esto debemos sumar la demanda de agua, que según una estimación realizada por la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, si consideramos, por ejemplo, un centro que opera 24 megavatios-hora diarios, esto implicaría un consumo de agua que oscila entre 24 mil y 96 mil litros al día. Tomando un valor intermedio de 60 mil litros diarios, esto equivale aproximadamente al consumo diario de agua de unas 400 personas.

 

¿Puede la IA ser sostenible en sí misma?
Como toda tecnología, su impacto depende del contexto, el propósito y los principios que guían su uso. Aplicada sin criterios éticos o sociales, puede profundizar desigualdades; pero utilizada para fortalecer la resiliencia territorial, anticipar crisis climáticas o mejorar la eficiencia energética, puede convertirse en una herramienta poderosa para un desarrollo sostenible.

 

Desde la mirada de la comunicación estratégica, es fundamental hablar de la IA con transparencia sobre sus costos invisibles y sus riesgos, pero también destacar su potencial transformador. La clave está en promover una inteligencia artificial responsable, que complemente la inteligencia humana poniéndola al servicio de un mundo más justo, equitativo y ambientalmente consciente. El desafío no es solo tecnológico, sino profundamente humano. La clave reside en considerar la colaboración de todos los stakeholders y la sociedad en general, para asegurar que la inteligencia artificial se convierta en un aliado valioso y no en un enemigo inadvertido en nuestra búsqueda de un futuro más sostenible.

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